sábado, 4 de septiembre de 2010

La disfemia o la tartamudez

Perelló describe la disfemia como: "Un defecto de elocución caracterizado por la repetición de sílabas o palabras o por paros espasmódicos que interrumpen la fluidez, acompañados de angustia.”
Según la O.M.S. la disfemia es “Un desorden del ritmo del habla en que los individuos saben exactamente lo que quieren decir pero son incapaces de decirlo por repeticiones, prolongaciones y ceses del sonido en forma involuntaria”.

La disfemia es un marcado deterioro de la fluidez verbal caracterizado por repeticiones y/o prolongaciones de los elementos del habla tales como sonidos, sílabas, palabras y frases. Pueden ocurrir también otras clases de interrupciones como los bloqueos o las pausas. Estas interrupciones normalmente ocurren con frecuencia o son de naturaleza chocante. La extensión del trastorno puede variar de una situación a otra y es más grave cuando existe una presión especial para comunicarse: en que se siente evaluado o con la necesidad de “hablar bien".
Normalmente se acompaña de otros tipos de dislalia pero es más frecuente que aparezcan mayormente al iniciar fonemas “explosivos” (bl/, /p/, etc.)
Es un trastorno de aparición infantil en la inmensa mayoría de los casos. Suele iniciarse en el transcurso de la instauración del lenguaje. La mayor parte de los casos son transitorios (hasta un 80% de recuperaciones). Alrededor de un 5% de niños han presentado o presentan algún tipo de tartamudeo, pero solamente el 1% de adultos siguen con este trastorno.

SINTOMATOLOGÍA ASOCIADA

Al iniciarse el trastorno, el niño ignora su problema. Posteriormente, lo percibe con toda claridad. El niño intenta evitar el tartamudeo por lo que se produce una agravación de la sintomatología esencial (errores en fluidez) debida a los intentos de solución inadecuados que realizan para no tartamudear.

- Las interrupciones en la fluidez del habla pueden acompañarse de otras actividades motoras de los órganos del habla y otras partes del cuerpo. Esto da la impresión de una intranquilidad motora mientras la persona está hablando (tics).

- Intento de forzar la articulación con patrones anormales de tensión, hace grandes esfuerzos para hablar.

- Intentos de anticipar bloqueos.

- Utilización de “starter” (parada y arranque) para comenzar a hablar, muletillas para llenar vacíos, sustituciones de palabras y circunloquios.

- Expectativas negativas hacia palabras, personas o situaciones.

- Evitación logofóbica en determinados contextos. (Hablar en clase, hablar con adultos, en público...)

- Otros síntomas que suelen aparecer son los trastornos respiratorios, generalmente en forma de bloqueos inspiratorios o espiratorios y movimientos asociados que afectan a labios, mandíbulas o músculos de la cara, e incluso a músculos que no intervienen en la fonación (tronco, hombros, etc.). También pueden presentarse fenómenos de tipo neurovegetativo como sudoración, rubor facial...etc. Tanto los trastornos respiratorios como los movimientos asociados solamente se ponen de manifiesto cuando el paciente tiene la necesidad de hablar, o mientras habla, ya que en cualquier otra situación suele dominar perfectamente su musculatura voluntaria y no presenta trastornos vegetativos. Como consecuencia del tartamudeo y del resto de síntomas comentados, existen alteraciones del ritmo y la melodía de la frase, resultando a veces imposible de reconocer los grupos acentuales, como si mentalmente hubiera una ausencia del molde ritmo-melódico.

¿Cómo podemos ayudar nosotros los padres?
  • No se angustie por cómo habla su hijo. Los niños captan rápidamente los estados ánimo.
  • Escuche con calma lo que su hijo diga, y no cómo lo dice.
  • Deje a su hijo completar la idea, no lo interrumpa ni le complete la frase.
  • Mantenga el contacto visual, de manera natural, mientras su hijo habla.
  • Cuando él termine, responda despacio, sin prisas, usando las palabras mismas palabras que. Por ejemplo: si él dijo v-v-v-v-veo un c-c-c-conejo” usted contestará lenta y relajadamente “¡Ay sí, mira! Es un conejo. ¡Qué bonito!.
  • Invierta un tiempo cada día para hablar con su hijo de manera relajada y sin tensiones.
  • Dígale que le quiere, lo valora y disfruta del tiempo que está con él.

Cosas que NO debemos hacer al hablar con un niño disfémico:
  • Completar las oraciones y/o “adivinar” lo que el niño quiere decir.
  •  Interrumpirlo mientras habla.
  • Corregirle con frecuencia, criticar o tratar de cambiar la forma en que habla o pronuncia sonidos y/o palabras: que hable más rápido o con mayor precisión.
  • Mantener en la casa un ritmo de vida acelerado: hablar o actuar como si “hoy ya es tarde”.
  • Hacer que el niño lea en voz alta, recite o de pequeños discursos frente a amigos, parientes o vecinos. (Ridiculizarlo en público)

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