- Primero de todo debemos recordar que el niñ@ es pequeño pero no tonto. Por ello nombraremos las cosas por su nombre y no nos inventaremos “palabrejas” del tipo “chicha” como carne, etc.
- No debemos olvidar que nuestro hij@ copiará el modelo de comunicación que nosotros utilicemos, por ello usaremos modelos de buena educación: por favor, gracias, de nada, no hay de qué…
- Intentemos utilizar al máximo mensajes positivos: haz esto… y eliminar los negativos: no hagas.. no es correcto… no está bien…
- Contactaremos visualmente a su nivel, esto significa que nos agacharemos y le miraremos a los ojos para estar a su altura y saber que nos escucha, y no solo nos oye.
- No le terminaremos las frases ni l@ interrumpiremos. Si no l@ comprendemos, le preguntaremos para ayudarl@ a explicarse: Y cuándo ha ocurrido? Y luego qué pasó? Es importante hablar con… no hablar a…
- Reforzaremos la comunicación mostrando interés con gestos faciales o con expresiones del tipo: “Mmm” ,“Ya veo” , “Ah sí?”...
- Después de su explicación le resumiremos lo que nos ha contado para saber si l@ hemos entendido bien, de esta manera nuestro hij@ oirá el mensaje completo y bien estructurado del adulto y podrá utilizarlo como pauta en posteriores intervenciones.
- Es muy importante utilizar el humor para que el ambiente sea distendido y vea que puede contarlo todo. Cuando los sentimientos negativos pueden verbalizarse libremente los niñ@s se calman, desaparecen las somatizaciones y se refuerzan los lazos familiares.
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