domingo, 30 de noviembre de 2014

El TDAH o trastorno por déficit de atención e hiperactividad


Extraído del libro ¿Por qué nos cuesta tanto aprender? De la doctora Anna Sans Fitó. Hospital Sant Joan de Déu. Universitat de Barcelona. Edebé editorial, 2008.

El TDAH o trastorno por déficit de atención e hiperactividad en un trastorno neurobiológico. Es decir, el mal funcionamiento de unas determinadas estructuras cerebrales provoca los síntomas del TDAH. Las causas pueden ser diversas, genéticas o adquiridas. Y la variabilidad de los efectos se da también en otros trastornos. Esto es muy importante ya que implica una dificultad mayor a la hora de diagnosticar y tratar el déficit.

Según los estudios epistemiológicos de distintos países, el TDAH afecta a entre un 5 y un 10% de la población. Se da en mayor grado en el sexo masculino y no solo afecta a la edad infantil. En los años 70 empiezan a publicarse los primeros estudios en la literatura científica sobre el TDAH en la edad adulta. Hoy se sabe que al menos en el 50% de los casos, los síntomas persisten en el adulto.

La causa del trastorno tiene un origen biológico, un mal funcionamiento del lóbulo frontal y de las estructuras del sistema nervioso relacionadas con él (circuitos frontoestriados). Se ha visto anomalías en el funcionamiento químico y estructural y en el tamaño con respecto a la población normal. Los factores genéticos implicados son muy complejos, pero se sabe que los neurotransmisores más relacionados con el trastorno son la dopamina y la noradrenalina. Los tratamientos farmacológicos no darán los mismos resultados en diferentes individuos. Como factores adquiridos, parece que el consumo de tabaco y el alcohol durante el embarazo es un factor de gran importancia. También los bebés prematuros y de bajo peso tienen un riesgo mayor en padecer TDAH.

El desarrollo de las funciones ejecutivas.
Las funciones ejecutivas están relacionadas con el lóbulo frontal del cerebro, concretamente con el córtex prefrontal. Estas estructuras del cerebro son las que tardan más en madurar y sus funciones se relacionan con:

-          La capacidad de autocontrol,
-          la resolución de problemas y
-          la capacidad de crear estrategias y marcar objetivos a largo plazo.
Las funciones ejecutivas tienen un alto nivel de complejidad y son las que permiten que seamos capaces de tomar decisiones, planificar y desarrollar una conducta social adecuada. Estas funciones se pueden dividir en dos: las relacionadas con el autocontrol y las relacionadas con la metacognición.

Las funciones ejecutivas relacionadas con el autocontrol son:
ü  Control inhibitorio. Es la función que nos permite detener o retrasar una reacción instintiva, interrumpir una conducta inapropiada o resistirnos a la interferencia de multitud de estímulos de distracción que nos harían perder la atención en la tarea en la que estamos concentrados.

ü  Flexibilidad. Se refiere a la capacidad de cambiar nuestras acciones para adaptarnos a la demanda del entorno.

ü  Control emocional. Es la capacidad para cambiar nuestra expresión emocional (nuestro primer impulso) y seleccionar la más adecuada para el momento.
Las funciones ejecutivas relacionadas con la metacognición son:
La metacognición abarca desde reflexiones simples que llevan a la planificación y ejecución de acciones secuenciadas hacia un objetivo; por ejemplo: he olvidado de tender la ropa de la lavadora ya acabada; hasta  procesos complejos de reflexión, toma de decisiones y planificación para conseguir objetivos a largo plazo. Las funciones necesarias para estos procesos cognitivos son:
ü  Memoria de trabajo. Es una función que nos permite mantener información en nuestra mente para poder reflexionar.

ü  Resolución de problemas. Son necesarias distintas funciones ejecutivas, se precisa analizar primero una determinada situación, barajar distintas alternativas e intentar seleccionar la mejor marcando un orden de prioridades. Después, se deberá trazar un plan con distintos pasos para conseguir el objetivo marcado teniendo en cuenta las ideas, el tiempo, los materiales, etc., y llegar al objetivo establecido.

ü  Revisión / monotorización / autoconciencia. Se refiere a la capacidad para analizar y juzgar el resultado del trabajo hecho: detectar los errores, percibir las reacciones positivas o negativas de los demás ante nuestro trabajo (feedback) y ser capaces de reconocer nuestras propias capacidades y limitaciones.

Problemas asociados al TDAH: comorbilidad.
Por encima de la media de la población, las personas con TDAH suelen presentar una serie de trastornos que afectan a la conducta, al estado de ánimo y de aprendizaje. Es lo que se denomina comorbilidad o trastornos comórbidos. Se calcula que entre un 30-70% de personas con TDAH tiene alguno de estos trastornos.
En el proceso diagnóstico del TDAH hay que prestar atención a estos trastornos porque en muchos casos precisan de un tratamiento específico además del de TDAH. En algunos casos, la comorbilidad determinará la evolución y el pronóstico a largo plazo. La valoración por parte de un profesional especializado es fundamental.

 Trastornos asociados (comórbidos) más frecuentes al TDAH:
- En la conducta / estado de ánimo: trastorno de conducta, trastorno negativista desafiante, depresión y ansiedad.
- En el aprendizaje, la dislexia.
- Y en otros pueden surgir los tics. Esta es una asociación muy frecuente. Un 40-60% de los niños con tics tienen TDAH y entre un 10-30% de los niños con TDAH tienen tics.

¿Cómo actúan los fármacos en el TDAH?
Actúan aumentando el nivel de dopamina y/o noradrenalina en el espacio sináptico.
Los fármacos más utilizados hasta hoy en nuestro país son el metilfenidato y la atomoxetina, que actúan inhibiendo la recaptación de neurotransmisores por parte de la neurona presináptica para facilitar así su llegada a la neurona postsináptica.

El metilfenidato se encuentra dentro de la categoría de los estimulantes y produce un aumento del nivel de neurotransmisores, especialmente de dopamina, necesarios para el buen funcionamiento de las áreas cerebrales implicadas en el TDAH. A pesar de estar dentro de la categoría de los estimulantes, en los niños con TDAH produce una disminución de su actividad motriz e impulsividad facilitando la capacidad de centrar la atención. El metilfenidato no solo carece del poder adictivo de la anfetamina sino que se ha probado su papel preventivo frente a adicciones en la vida adulta. EL consumo de tabaco, alcohol y otras sustancias es mucho menor en la población con TDAH tratada que en la no tratada.
¿Debe tomarse el metilfenidato cada día o solo cuando se asiste al colegio?

El TDAH es un trastorno que afecta a la vida de las personas que lo padecen todos los días del año. Sus manifestaciones en el nivel de la atención, de actividad motriz e impulsividad repercuten en la escuela, en la vida familiar, en las actividades extraescolares y en la vida social.
Argumentos que se utilizan para llevar un tratamiento con metilfenidato discontinuo.
ü  Durante el fin de semana y las vacaciones, come mejor y recupera peso. Esta es una sensación. Con el tratamiento continuado los efectos secundarios sobre la alimentación y el sueño son transitorios. Después de unos meses y siguiendo unas pautas, la repercusión en el peso y la calidad del sueño no es significativa para la salud del niño. Con las repetidas retiradas del tratamiento, los fines de semana o en vacaciones, vamos a cronificar la duración de los efectos secundarios porque el niño nunca va a llegar a adaptarse al tratamiento. Lo mismo ocurre con el resto de los efectos secundarios.

ü  EL organismo descansa unos días. Pero no existe una toxicidad debido al uso prolongado del fármaco. No tiene ningún sentido privar al niño de un tratamiento efectivo y seguro.

ü  Evitamos la adicción. El metilfenidato no provoca adicción y protege de la tendencia a las conductas adictivas de las personas con TDAH.

ü  Así se esfuerza a portarse bien sin la medicación. Las personas con TDAH tienen unas dificultades que no se controlan con el esfuerzo. Los afectados son los que lo pasan peor y se esfuerzan mucho más de lo que parece. La falta de resultados y de valoración de este esfuerzo es la que les lleva, en ocasiones, a tirar la toalla.

¿Cuánto tiempo tendrá que tomar el metilfenidato?
Todo el tiempo que sea necesario. Si se necesita toda la vida, debe tomarse toda la vida. El tratamiento generalmente es largo; muchas veces se mantiene hasta finalizar la adolescencia o más. Cada caso debe revisarse periódicamente.

 

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