Extraído del libro ¿Por
qué nos cuesta tanto aprender? De la doctora Anna Sans Fitó. Hospital Sant
Joan de Déu. Universitat de Barcelona. Edebé editorial, 2008.
El TDAH o trastorno por déficit de
atención e hiperactividad en un trastorno neurobiológico.
Es decir, el mal funcionamiento de unas determinadas estructuras cerebrales
provoca los síntomas del TDAH. Las causas pueden ser diversas, genéticas o
adquiridas. Y la variabilidad de los
efectos se da también en otros trastornos. Esto es muy importante ya que
implica una dificultad mayor a la hora de diagnosticar y tratar el déficit.
Según los estudios epistemiológicos
de distintos países, el TDAH afecta a entre un 5 y un 10% de la
población. Se da en mayor grado en el sexo
masculino y no solo afecta a la edad infantil. En los años 70 empiezan a
publicarse los primeros estudios en la literatura científica sobre el TDAH en
la edad adulta. Hoy se sabe que al menos en el 50% de los casos, los síntomas
persisten en el adulto.
La causa del trastorno tiene un origen
biológico, un mal funcionamiento del
lóbulo frontal y de las estructuras del sistema nervioso relacionadas con él
(circuitos frontoestriados). Se ha visto anomalías en el funcionamiento químico
y estructural y en el tamaño con respecto a la población normal. Los factores
genéticos implicados son muy complejos, pero se sabe que los neurotransmisores
más relacionados con el trastorno son la dopamina
y la noradrenalina. Los tratamientos
farmacológicos no darán los mismos resultados en diferentes individuos. Como
factores adquiridos, parece que el consumo de tabaco y el alcohol durante el
embarazo es un factor de gran importancia. También los bebés prematuros y de
bajo peso tienen un riesgo mayor en padecer TDAH.
El desarrollo de las funciones ejecutivas.
Las funciones ejecutivas están
relacionadas con el lóbulo frontal del cerebro, concretamente con el córtex prefrontal. Estas estructuras
del cerebro son las que tardan más en madurar y sus funciones se relacionan
con:
-
La capacidad de autocontrol,
-
la resolución de problemas y
-
la capacidad de crear estrategias y marcar objetivos a
largo plazo.
Las funciones ejecutivas tienen un
alto nivel de complejidad y son las que permiten que seamos capaces de tomar
decisiones, planificar y desarrollar una conducta social adecuada. Estas
funciones se pueden dividir en dos: las relacionadas con el autocontrol y las
relacionadas con la metacognición.
Las funciones ejecutivas
relacionadas con el autocontrol son:
ü Control inhibitorio. Es la función que nos
permite detener o retrasar una reacción instintiva, interrumpir una conducta
inapropiada o resistirnos a la interferencia de multitud de estímulos de
distracción que nos harían perder la atención en la tarea en la que estamos
concentrados.
ü Flexibilidad. Se refiere a la capacidad de
cambiar nuestras acciones para adaptarnos a la demanda del entorno.
ü Control emocional. Es la capacidad para
cambiar nuestra expresión emocional (nuestro primer impulso) y seleccionar la
más adecuada para el momento.
Las funciones ejecutivas relacionadas
con la metacognición son:
La metacognición abarca desde
reflexiones simples que llevan a la planificación y ejecución de acciones
secuenciadas hacia un objetivo; por ejemplo: he olvidado de tender la ropa de
la lavadora ya acabada; hasta procesos complejos
de reflexión, toma de decisiones y planificación para conseguir objetivos a
largo plazo. Las funciones necesarias para estos procesos cognitivos son:
ü Memoria de trabajo. Es una función que nos
permite mantener información en
nuestra mente para poder reflexionar.
ü Resolución de problemas. Son
necesarias distintas funciones ejecutivas, se precisa analizar primero una
determinada situación, barajar distintas alternativas e intentar seleccionar la
mejor marcando un orden de prioridades. Después, se deberá trazar un plan con
distintos pasos para conseguir el objetivo marcado teniendo en cuenta las
ideas, el tiempo, los materiales, etc., y llegar al objetivo establecido.
ü Revisión / monotorización / autoconciencia. Se refiere
a la capacidad para analizar y juzgar el resultado del trabajo hecho: detectar
los errores, percibir las reacciones positivas o negativas de los demás ante
nuestro trabajo (feedback) y ser capaces de reconocer nuestras propias
capacidades y limitaciones.
Problemas asociados al TDAH: comorbilidad.
Por encima de la media de la
población, las personas con TDAH suelen presentar una serie de trastornos que
afectan a la conducta, al estado de ánimo y de aprendizaje. Es lo que se
denomina comorbilidad o trastornos
comórbidos. Se calcula que entre un 30-70% de personas con TDAH tiene alguno de
estos trastornos.
En el proceso diagnóstico del TDAH
hay que prestar atención a estos trastornos porque en muchos casos precisan de
un tratamiento específico además del de TDAH. En algunos casos, la comorbilidad
determinará la evolución y el pronóstico a largo plazo. La valoración por parte
de un profesional especializado es fundamental.- En el aprendizaje, la dislexia.
- Y en otros pueden surgir los tics. Esta es una asociación muy frecuente. Un 40-60% de los niños con tics tienen TDAH y entre un 10-30% de los niños con TDAH tienen tics.
¿Cómo actúan los fármacos en el TDAH?
Actúan aumentando el nivel de
dopamina y/o noradrenalina en el espacio sináptico.
Los fármacos más utilizados hasta
hoy en nuestro país son el metilfenidato y la atomoxetina, que actúan
inhibiendo la recaptación de neurotransmisores por parte de la neurona
presináptica para facilitar así su llegada a la neurona postsináptica.
El metilfenidato se encuentra
dentro de la categoría de los estimulantes y produce un aumento del nivel de
neurotransmisores, especialmente de dopamina, necesarios para el buen
funcionamiento de las áreas cerebrales implicadas en el TDAH. A pesar de estar
dentro de la categoría de los estimulantes, en los niños con TDAH produce una
disminución de su actividad motriz e impulsividad facilitando la capacidad de
centrar la atención. El metilfenidato no solo carece del poder adictivo de la
anfetamina sino que se ha probado su papel preventivo frente a adicciones en la
vida adulta. EL consumo de tabaco, alcohol y otras sustancias es mucho menor en
la población con TDAH tratada que en la no tratada.
¿Debe tomarse el metilfenidato cada día o solo cuando se asiste al
colegio?
El TDAH es un trastorno que afecta
a la vida de las personas que lo padecen todos los días del año. Sus manifestaciones
en el nivel de la atención, de actividad motriz e impulsividad repercuten en la
escuela, en la vida familiar, en las actividades extraescolares y en la vida
social.
Argumentos que se utilizan para llevar un tratamiento con metilfenidato
discontinuo.
ü Durante el
fin de semana y las vacaciones, come mejor y recupera peso. Esta es una
sensación. Con el tratamiento continuado los efectos secundarios sobre la
alimentación y el sueño son transitorios. Después de unos meses y siguiendo
unas pautas, la repercusión en el peso y la calidad del sueño no es
significativa para la salud del niño. Con las repetidas retiradas del
tratamiento, los fines de semana o en vacaciones, vamos a cronificar la
duración de los efectos secundarios porque el niño nunca va a llegar a
adaptarse al tratamiento. Lo mismo ocurre con el resto de los efectos
secundarios.
ü EL
organismo descansa unos días. Pero no existe una toxicidad debido al uso
prolongado del fármaco. No tiene ningún sentido privar al niño de un
tratamiento efectivo y seguro.
ü Evitamos la
adicción. El metilfenidato no provoca adicción y protege de la tendencia a las
conductas adictivas de las personas con TDAH.
ü Así se
esfuerza a portarse bien sin la medicación. Las personas con TDAH tienen unas
dificultades que no se controlan con el esfuerzo. Los afectados son los que lo
pasan peor y se esfuerzan mucho más de lo que parece. La falta de resultados y
de valoración de este esfuerzo es la que les lleva, en ocasiones, a tirar la
toalla.
¿Cuánto tiempo tendrá que tomar el metilfenidato?
Todo el tiempo que sea necesario.
Si se necesita toda la vida, debe tomarse toda la vida. El tratamiento
generalmente es largo; muchas veces se mantiene hasta finalizar la adolescencia
o más. Cada caso debe revisarse periódicamente.
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